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martes, 8 de diciembre de 2009

Se me apagó la tele

-¡Cuidado!-. Oí un grito desde abajo, aunque no vi que era.
-¡¿Quién ha dicho eso?!-Pregunté con desesperación al ver que no había nadie a mi alrededor.
-¡YO! Estúpido infeliz desgraciado-. La miré con cara de incdredulidad. Era una tortuga, una bien pequeña, y hembra, al parecer por la voz.
-¿Quien eres, chiquita?- Le dije con una voz tierna mientras me agachaba a acariciarla.
-¡No me toques hijo de la gran puta! ¿Es qué no me recuerdas? Soy la reencarnación de aquella mujer del callejón, esa bella mujer de rubio platino, de tez morena, con grandes bustos.
-¡No puede ser! ¡Si yo te maté!- Me estaba desesperando. No lo podía creer. A ella la había mutilado, es imposible que pueda estar aquí.
-Lo es. te seguiré de por vida. ¡Hijo de puta!- Me gritó. Desperté transpirado, ensangrentado, con un cuchillo en la mano y una rubia platino de tez morena, con grandes bustos torada en el suelo.

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