Allí estaba ella, parada, esperando como de costumbre.
Los efectos del alcohol me colaboraron una vez más, en un intento de expresar mis sentimientos. Me dirigí hacia ella, la saludé y grito. Yo bajo el temor, la impotencia, la ira y los ya nombrados efectos, la perseguí, logrando alcanzarla un par de calles más allá.
¡Gracias a Dios tenía la botella de alcohol barato en infernal en mis manos!...esperen... ¿A Dios?...no…el no…si no el destino.
Logré darle y quebrarle la botella en su cabeza, con aquel hermoso cabello, ondulado hacia al final; Esos bellos ojos café profundos, capaces de atravesar tu alma; Esos preciosos y finos labios carmesí…ahora todo deformados y manchados de sangre.
La desesperación y el miedo me atacan de nuevo, ¿Ahora qué?, su familia me conoce y me reconoce como un vago y un alcohólico cualquiera, me delatarían por los restos de la botella y la sangre O+ de su hija…si…lo mejor es tomar el cadáver y ocultarlo…y a ver si de esa manera podré cumplir mis deseos más impuros que alguna vez di por imposibles.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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